miércoles, 21 de marzo de 2007

La Rubia Albión

Cuando les dije a mis padres que vendría a vivir a Inglaterra, mi papá exclamó con un tono entre flemático e intelectualoide: ¡Te vas a la Rubia Albión!

Me quedé viéndolo con la misma expresión que pone un guardia de edificio público cuando se le hace una pregunta sencilla, es decir, boca abierta, ojos a medio cerrar e inmovilidad facial.

Un tanto decepcionado, mi papá me repitió: ¡te vas a la Rubia Albión!, como si al decirlo de nuevo, yo entendería que diablos quería decir...

Y ahí me dijo ya resignado: ¡Inglaterra!, ¡a Inglaterra le dicen la Rubia Albión!

Bueno, seguramente le decían, porque yo nunca había oído tal cosa, y claro, tras investigar un poco aprendí que efectivamente, Albión es el nombre arcaico con el que se le conocía a la Gran Bretaña.

Y esa es la imagen arcaica que mis padres, y muchos de su generación, tienen de Inglaterra, y sobre todo de Londres. Un lugar lleno de Lords y Ladies, un ambiente tipo Mary Poppins, con niños en pantaloncillos cortos correteando atrás de una rueda, con nanas paseando a los bebes por el parque, con neblina y el sonido de las campanas del Big Ben.

Londres, la de las postales

Londres tiene esa peculiaridad. Es una ciudad que desata un imaginario gigante, llena de íconos turísticos y de nombres complicados que se nos han hecho familiares, ya sea porque nos enseñaron en el colegio acerca de Shakespeare, o porque las abuelas nos respondían con un "elemental mi querido Watson" a una pregunta obvia.

Para muchos, Londres equivale a buses de dos pisos, los simpáticos taxis negros y el tube; el Támesis, la familia real y las casetas rojas de teléfono.

Para los más modernos en cambio Londres representa una ciudad más transgresora. Una urbe de punks, psicodelia y raves. Un lugar donde sobran los conciertos, el teatro y el arte moderno. Una ciudad cosmopolita que no duerme, en la que uno puede ir a un pub distinto cada noche durante 12 años y medio sin repetir (y esto no incluye bares, discotecas y restaurantes).

Londres, desde la ventana del bus

Para mí Londres es todo lo mencionado anteriormente, pero también me ha mostrado, desde la ventana de un segundo piso de un bus, una cara más humana y lejana de las guías turísticas.

Es una ciudad con gente común y corriente, que todos los días trabaja, come, y duerme.

Es una urbe que en la noche se vuelve increíblemente sucia, y en la mañana amanece sin un papel, en parte, gracias a un ingente grupo de inmigrantes latinos y africanos que limpian la ciudad cuando todos duermen.

Es un lugar donde existen las calles más hermosas que he visto, pero a la vez callejones que son una copia al carbón de una esquina del Bronx o de Queens, con gangstas, hiphoperos y Carlitos Ways incluidos.

Es una ciudad que los viernes en la noche sus calles se convierten en una especie de Wild On callejero, con cientos de chicos, chicas, hombres y mujeres absolutamente ebrios, que se quedan dormidos en el tren, que se dan de puñetes, que vomitan donde sea.

Y por supuesto, es una ciudad tan, pero tan extremadamente cara, que más allá de lo que uno gane, más allá de ser millonario o pobre, nunca se tendrá lo suficiente para poder sacarle el jugo.

Somehow, it all hangs together

Siempre he dicho que rico no es el que más tiene sino el que menos necesita, pero esta ciudad ofrece tanto que de la noche a la mañana uno lo necesita todo. Uno recibe un bombardeo a los sentidos, un ticket a la diversión infinita, un menú de satisfacciones que no deja de sorprender.

Quizás quien mejor ha definido a Londres para mi punto de vista es la guía turística Lonely Planet (y yo que me quejaba de las guías...):

London - the grand resonance of its very name suggests history and might. Its opportunities for entertainment by day and night go on and on and on. It's a city that exhilarates and intimidates, stimulates and irritates in equal measure, a grubby Monopoly board studded with stellar sights.

It's a cosmopolitan mix of Third and First Worlds, chauffeurs and beggars, the stubbornly traditional and the proudly avant-garde. But somehow - between 'er Majesty and Pete Doherty, Bow Bells and Big Ben, the Tate Modern and the 2012 Olympics - it all hangs together.


Todavía me falta descubrir mucho de esta Rubia Albión, por lo pronto, todo lo visto hasta ahora me satisface, en parte porque me permite abrir mucho más los ojos y la mente, y también porque poco a poco, aprendo a valorar lo bueno y lo malo de esa tierra distante ubicada en la mitad del mundo llamada Ecuador.

Y eso es todo lo que puede contar por ahora,


EL GENTILHOMBRE DE BRENT

domingo, 18 de marzo de 2007

The Good German

Prólogo

Ver una película en el cine en esta ciudad es un proceso difícil, algo que debe ser meditado, consensuado y bien planificado.

Es una situación que difiere mucho a lo que sucede en mi país natal, donde normalmente se recurre a las salas de cine como un as bajo la manga, como una opción fiel y siempre presente.

En Quito uno puede ir al cine una vez, quizás dos y hasta tres veces a la semana, siempre y cuando haya una buena oferta de películas, (que en mi opinión no siempre sucede), mientras haya buena compañía, (cosa que rara vez falta), y sobretodo si se tiene la paciencia para conseguir parqueo y entradas.

Pero aquí las cosas son muy diferentes.

No hay gancho ni 2x1

Los USD 18 que cuesta cada entrada, más los mínimos USD 10 que se van en la cola, el agua o el chocolate hacen que ir al cine sea una inversión muy pensada.

Ver una película de estreno es tan caro que uno sólo puede darse ese lujo una vez al mes, por eso con mi esposa tomamos esa decisión con mucho cuidado, sopesando todas las opciones, sin caer en la tentación de ir a ver la primera cosa que aparezca por ahí, planeándolo con días de anticipación, pensando que si esperamos un poco quizás saldrá algo que realmente valga la inversión.

Así hemos dejado pasar, con mucha angustia, películas como The Last King of Scotland, The Science of Sleep, The Good Shepard, o el Laberinto del Fauno, y no es porque no las consideremos indispensables, sino porque buscamos dentro de los bolsillos y las monedas no alcanzaban.

Gutten Deutch

Hoy pudimos ir al cine y decidimos ir a ver The Good German, con George Clooney, Cate Blanchett y Tobey Maguire.

Los reviews de Time Out, la revista y guía de entretenimiento más popular de esta inagotable ciudad, nos dieron una buena opinión previa del tipo de película que veríamos, así que nos animamos, entregamos nuestros 2 Golden Galleons, y a sentarse en la oscuridad.

La película es en blanco y negro, e imita al estilo de filmes de los años 40, quizás como el Halcón Maltés o Casablanca. La estética, no solamente en la dirección de arte, sinó en la manufactura del filme en general es impecable.

El tipo de cortes, los wipes, las fallas en el negativo, los saltos de continuidad, la iluminación, los diálogos, el score, y la mezcla de película original de Berlín después de la guerra, con las tomas ficticias, todo es realmente admirable.

Basta de halagos

Personalmente no soy muy fanático del cine antiguo, pero fue interesante la experiencia de ver un filme "a la antigua", sin tanto efecto especial y sin tanto recurso hollywoodense, sino con la única condición de que la trama sea lo suficientemente interesante como para quedarse enganchado.

The Good German lo logra, a veces, pero finalmente no lo hace. En mi opinión tiene buenos momentos, pero también se mete en una serie de complicaciones y vericuetos que terminan por cansar y confundir.

Al final, la historia no resulta fuerte, las motivaciones de los personajes no son tan intensas como lo fueron durante el desarrollo del conflicto, no resulta muy consecuente la trama con el desenlace.

Y quizás pienso que la película se preocupó tanto de su forma que el fondo resultó un tanto insípido.

Apología a Blockbuster

Steven Soderbergh ha hecho películas como Traffic, Oceans 11 y Erin Brocovich, que en lo personal me han dejado muy satisfecho. No quiero decir que estas sean sus mejores películas ni tampoco digo que he seguido muy de cerca su trayectoria, pero creo que en The Good German no está plasmado su mejor esfuerzo como escritor.

Es así como toda la planificación para ver mi película del mes no cumplió nuestras espectativas. Pero no importa.

El Blockbuster del barrio alquila 3 películas viejas por £5, y las puedes tener por toda una semana. Gracias a ese "deal" he podido ver algunas películas interesantes, como Elizabeth 1, The Big Lebowsky y Dear Frankie.

Y eso es todo lo que puede contar por ahora,

EL GENTILHOMBRE DE BRENT